lunes, 11 de mayo de 2015

El 'bullying' también se vive en las universidades

¿Por qué discriminan?

Son varias las causas del bullying. La mayoría de ellos dicen que la principal razón es la clase social, seguida por la homofobia, racismo y género en los primeros lugares.

Según el estudio, la mayoría de los agresores son estudiantes. “Tienen una conducta antisocial y muchos de ellos consumen drogas o alcohol. Suelen ser violentos y tienen dificultad para establecer vínculos afectivos”,

En cualquiera de los casos, las consecuencias del acoso en las universidades es grave. Muchos de los afectados optan por la deserción académica, fracasan en sus estudios, tienen bajo rendimiento, y en el peor de los casos llegan a tener conductas suicidas. “Hay mucha indiferencia. Las universidades tienen que empezar a identificar los casos y ayudar”.

La herida del matoneo puede ir hasta la adultez

Muchos miedos y traumas de algunos adultos se deben a agresiones que sufrieron cuando eran niños.

Gabriela, una mujer de 30 años, estaba en su trabajo cuando empezó a sentir que le faltaba el aire. A medida que pasaban las horas, el malestar empezó a aumentar. Comenzó a flaquear. Finalmente, colapsó: dejó el teléfono descolgado y huyó de su cubículo, ante la mirada atónita de sus jefes, para refugiarse en el baño.
“Me faltaba el aire, empecé a transpirar y se me nubló la cabeza. Me bloqueé totalmente”, cuenta hoy, a un año de haber renunciado a su trabajo. A un año de su último ataque de pánico.
Esa no fue la primera vez que Gabriela perdió su empleo. Renunció a todos los trabajos en los que se embarcó para pagar sus estudios, porque no soportaba la presión. Todas las veces terminó llorando en el baño.
En el colegio, recuerda hoy, había tenido más resistencia. Entonces era capaz de soportar que le gritaran a centímetros de su oreja, o que le pegaran chicle en el pelo. Pero fue cuando empezó a trabajar que comenzaron los ataques de pánico.
Gabriela es una de las víctimas a largo plazo del matoneo. Es parte de la población de niños agredidos que han crecido para convertirse en adultos, sin lograr dejar atrás las secuelas que dejó en ellos el matoneo sufrido durante la infancia.
Y según un estudio de la Universidad de Duke (estados Unidos) publicado por la revista Jama Psychiatry, no se trata de una población pequeña la que sufre de trastornos de ansiedad, ataques de pánico y agorafobia, entre otras manifestaciones, por cuenta de estas agresiones sufridas en la infancia.
Edmundo Campusano, psicólogo de la Universidad Mayor (Chile) dice que el matoneo, especialmente durante la etapa de la formación de la identidad del niño, puede ser muy disruptivo también en la adultez. “Podríamos ver en un adulto que fue maltratado en su niñez –anota– a un sujeto al que le cuesta mucho poner límites, que le cuesta hacerse respetar, respetarse a sí mismo, ponerles límites a los demás y saber lo que quiere y no quiere. Es decir, personas que tienden a transgredirse a sí mismas mucho más que el resto”.
Susana Ifland, directora de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, ha atendido a muchas personas que en su adultez acarrean situaciones de bullying vividas en la infancia. Y lo que más ha visto en sus pacientes es cómo esos hechos fueron destruyendo su autoestima.
“Son personas –afirma– que pueden decidir, por ejemplo, no tener hijos, para evitar que pasen las mismas dificultades que ellos tuvieron que afrontar. Y en ámbitos de oficina, además de presentar dificultades para expresar sus opiniones, son personas que tampoco se atreven a pedir permisos, a solicitar aumentos o a postularse para cargos disponibles que ellos podrían desempeñar muy bien”.
Cómo ayudarse
Las víctimas de matoneo también pueden trabajar consigo mismas, explica José Pinedo, de la U. Católica (Chile). “Se recomienda un trabajo de crecimiento personal, en el cual la persona se convierte en ‘terapeuta’ de sí misma, identificando sus propias fortalezas personales y cualidades, que no necesariamente son las más deseadas por el entorno, pero que sí constituyen su individualidad. Es importante el desarrollo de automensajes positivos que ayuden a neutralizar o acallar las voces de los agresores de la infancia y permitan aprender a relacionarse con las personas que sí lo pueden valorar”

¿El 'bullying' nos enseñará civismo y tolerancia? / Análisis

Ojo. No me refiero a la horrible y deplorable práctica del acoso, la burla y el ataque aleve contra una persona o marca por el simple placer de causar dolor y desasosiego.Nunca podría estar de acuerdo ni apoyar tan horrenda expresión de odio sin sentido. Sin embargo, ante los últimos hechos acaecidos referentes a los colados en Transmilenio y otras noticias de alta rotación mediática, me he puesto en la tarea de analizar un curioso fenómeno de reprenda social, lo que parecería ser una nueva modalidad de escarnio público basado en redes sociales.

Por ejemplo lo que pasó con Camila Cortés, la joven bogotana captada bloqueando las puertas de seguridad de TransMilenio, lo cual, por presión ciudadana en redes sociales, directo en sus perfiles digitales, redundó en un ejemplarizante caso de protesta social, incluso con acción legal del sistema de transporte contra la ciudadana agresora.
Incluso, a través de las redes sociales de EL TIEMPO se gestó una interesante iniciativa ciudadana que reunió las propuestas de la ciudadanía para combatir el abuso de los colados en el servicio de Transmilenio.
O lo sucedido con July Paola Salas, beneficiaria del programa Jóvenes en Paz, del Distrito, quien quedó grabada en video por un policía que trataba de impedir que se colara en TransMilenio –el flagelo de moda en las estaciones del sistema– cosa que al final hizo no sin antes insultar y denigrar del agente. Su caso terminó con su desvinculación del programa de beneficios y en una presentación pública de disculpas de su parte tanto para representantes del sistema de transporte como para la policía.Una vez más, la presión y el escarnio, agresivo y constante, de las redes sociales, terminó por materializar una justa sanción.Podríamos hablar de muchos casos: el piloto de motos que mató a un perro a tiros y que, tras la iniciativa de miles de personas en redes sociales que tomaron como propia la agresión, alentaron a varios de sus patrocinadores a cancelarle la ayuda.¿Podría ser exagerada la persecución y presión social a la que se someten estas personas que, al final del día, terminan poniéndoles rostro, nombre y apellido a los diarios abusos e historias ocultas de intolerancia e incultura ciudadana? Podría ser. Y máxime cuando July Paola, Camila o Juan Sebastián se convierten en víctimas de la vulgaridad y las amenazas de muerte.Pero no hay que negar que en todos estos casos la correcta y necesaria presión ciudadana, este nuevo escarnio digital, dejó una gran moraleja y el resultado positivo de una enseñanza que tanto nos urge a todos los colombianos: obrar mal trae problemas.Ninguno de nosotros es superior a nadie ni puede andar por la vida abusando o haciendo daños sin pagar por ello.En días pasados vi a un infractor, de una moto, en la Caracas con calle 72, grabando con su celular al Policía que le imponía un comparendo. El agente, como no, hacía lo propio y captaba con su móvil todo.Seguirán siendo más frecuentes los casos de ciudadanos, funcionarios y autoridades usando la tecnología para proteger sus derechos, para protestar ante los abusos y para ponerle rostro a las malas prácticas de la colombianidad: el ‘usted no sabe quién soy yo’, ‘el todo lo puedo’. Y a mí eso me parece perfectamente válido.
bullying 

casos de bullying:

Acoso entre menores, con mayor impacto en salud mental que el maltrato


Las víctimas de acoso entre menores sufren peores impactos en su salud mental cuando llegan al final de la adolescencia que aquellos que han padecido malos tratos por parte de adultos, 
A los 18 años, los niños que han sufrido acoso de sus compañeros ('bullying') tienen cinco veces más posibilidades de experimentar ansiedad y son casi dos veces más propicios a sufrir depresión o a autolesionarse, que aquellos pequeños que fueron maltratados por personas mayores.El estudio, dirigido por el profesor Dieter Wolke de la Universidad británica de Wawick, es el primero de su tipo en el que se comparan los efectos entre los jóvenes adultos del maltrato ya sea a manos de adultos o el ejercido por los propios compañeros Los investigadores trabajaron con datos de 5.446 niños y adolescentes hasta los 16 años.Sin embargo, teniendo en cuenta que uno de cada tres niños en el mundo denuncian haber sido acosados y que los menores que lo sufren tienen a lo largo de su vida problemas de salud mental similares o peores a los de aquellos que han sido maltratados, es necesario hacer más", agregó el experto.
Así, calificó de "vital" que las escuelas, los servicios de salud y otras agencias trabajen juntos para hacer frente al acoso entre menores".